EL FUEGO Y LOS ELEMENTOS

INVITAR A UN EJERCICIO DE COMUNIÓN Y DE DESPRENDIMIENTO, A LA CELEBRACIÓN DE LA IMPERMANENCIA.

Si bien el fuego constituye el clímax y epílogo de las acciones, es también un elemento más de trabajo que permite dibujar y dar forma dentro de un espacio acotado. Es una herramienta que supone destrucción pero también creación: no es un agente que acaba con la obra, sino que la completa y la trasmuta, así como transforma a quienes participan de cada acción. Y es también, simbólicamente, un elemento amalgamador.

Los cuatro elementos –fuego, agua, aire y tierra–, más aquellos presentes en otras cosmovisiones –la madera y el metal– se vinculan por una serie de relaciones necesarias: el agua posibilita el crecimiento de la madera, la madera y el aire alimentan el fuego, el fuego se vuelve mineral y el agua fertiliza la tierra. Asimismo, esos elementos entablan relaciones inversas: el fuego funde el metal, el metal corta la madera, la madera consume la tierra, la tierra enturbia el agua, el agua apaga el fuego. 

La labor de Constructores dialoga permanentemente con esos elementos y sus relaciones, que articulan un devenir cíclico e incesante. El desarrollo de las acciones está marcado, además, por los ciclos de la naturaleza, ya que suelen tener lugar en cada cambio de estación, durante los solsticios y equinoccios. Nuestra praxis se enraíza profundamente en esos ciclos, volviéndolos imagen estética e invitando a una reconexión con el todo a quienes participen de las obras como hacedores o espectadores.