Isla Maciel-La Boca, 2017. |
En 2014 el Museo Quinquela decidió reavivar la “Fogata de San Juan” que Benito había pintado en un óleo de 1940. Con el tiempo aquella costumbre se había ido apagando. Se fue transformando el río, se transformaron la vida y la fisonomía de ambas márgenes, y el abismo entre La Boca y la Isla Maciel siguió acentuándose.
Al ver esa luz, los Constructores de Fuego –que veníamos replicando el calor de la antigua costumbre en cada solsticio y equinoccio– quisimos sumarnos desde la otra orilla y achicar así las distancias, transformar en un reflejo común el agua que las separa. Finalmente el museo también nos confió el fuego en su orilla. Así nacieron las acciones en el Riachuelo, como un mito de origen: con un pequeño fulgor en el agua y seis enormes cabezas que representaban lo humano de un lado y los cinco reinos animales de otro, que esa noche cruzaron miradas por encima del agua.
Desde siempre se han condensado en torno a ese río una multiplicidad de hechos artísticos. Es el proyecto de Constructores continuar resignificando ese espacio desde lo estético y potenciarlo desde lo ritual: volver cada año a sus márgenes, a una obra en permanente transformación –de sí misma, de su entorno, de sus hacedores–, que continúe cíclicamente: una obra que el fuego complete, destruya y debamos reconstruir para volver a contemplar encendida.
Deja una respuesta